En general los ecuatorianos leemos poco, un lastre al que podemos oponernos pero que no deja de ser real. Crear hábitos de lectura desde la niñez ciertamente es una tarea pendiente. Por otro lado, existe una creciente “migración” de los clásicos hábitos de lectura teniendo como soporte un libro convencional de papel impreso hacia nuevos entornos que involucran un dispositivo electrónico sumado a un ecosistema dispuesto para ello. En general siempre hemos rechazado la idea de leer un libro u otro documento medianamente largo en la pantalla de un computador, sin embargo con la aparición de nuevos soportes digitales para la lectura comprobé que ese paradigma se desplomaba, y creo que a muchas personas les puede suceder lo mismo si al menos le dan una oportunidad de uso a estos dispositivos, logrando algunas ventajas que antes no se tenían.

Básicamente existen dos clases de dispositivos: los que están centrados casi exclusivamente en la lectura de libros electrónicos (e-readers), y aquellos que a través de pequeños programas o aplicaciones nos ofrecen funcionalidades adicionales a la lectura (tabletas) como por ejemplo acceso a nuestro correo electrónico, navegación, calendarios, juegos, herramientas de oficina, etc. Ambos dispositivos tienen ventajas y desventajas. Los e-readers son relativamente más económicos, oscilan en un rango entre los $100 y $500, mientras que las tabletas varían entre los $300 hasta los $1.000. Los e-readers –gracias a su misma naturaleza– ayudan a que el lector se enfoque en la lectura, mientras que las tabletas permiten el uso de miles de aplicaciones –muchas de ellas gratuitas– causando a veces distracción en el lector.

Los documentos en PDF son aceptados ampliamente por ambos tipos de dispositivos, sin embargo hay un nuevo estándar ideal para la publicación de libros digitales denominado “Electronic publication” o simplemente ePub. Con este formato de archivo el lector puede lograr que el texto del libro electrónico “re-fluya” automáticamente en caso de que amplíe o reduzca el tipo de letra para mejor lectura, además de que la aplicación también permite tomar notas al margen, subrayar o dejar un separador de hojas para retomar la lectura horas después. La sensación de levantar una tableta o un e-reader, sostenerla con las manos y empezar a leer ayuda mucho a lograr la metáfora de un libro impreso, sumado a un descanso visual gracias a las pantallas que han sido diseñadas para este efecto.

El ecosistema de lectura digital lo completa la red social que el lector elija para compartir con sus pares aquellas notas al margen, subrayados, revisiones y opiniones de un libro determinado, o los clubes de lectura en línea que empiezan a proliferar ampliamente evolucionando hacia una “lectura social”. Imagina la próxima vez que estés leyendo “1984” de G. Orwell, de pronto te topas con un párrafo que te resulte interesante, quieras opinar sobre esa porción de texto, compartir la opinión con tu red de contactos, leer las opiniones de ellos sobre ese mismo texto, y arrancar una discusión… pues las posibilidades de interacción son mucho más grandes que en un libro impreso.

Si eres un escritor o autor de contenido, una editorial, o un lector frecuente o moderado, contempla seriamente la posibilidad de dar el salto a lo digital, sin que ello implique abandonar el gusto por el aroma de un libro impreso recién comprado. Estoy seguro que los hábitos de lectura podrían mejorar e incrementarse con cierta dosis de constancia, descubriendo lo agradable y divertido que resulta leer en estos nuevos entornos.

Adelaida Jaramillo (@adeljar) de Palabra.lab nos comenta sobre el impacto de la lectura en medios digitales y sobre la iniciativa soylibro.blogspot.com con la etiqueta #SoyLibro que se lleva a cabo en nuestro país.